Chicos acá les mandamos el primer rodaje de todos, era re simpático, pero recuerdo que no le dieron mucha bola!!!
Habla básicamente de su preparación para la ulterior resurrección de Jesús.
Disfrutenlo!!!
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entro en la casa y se sentó en la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!” Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte” “Di, maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con que pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó: “Pienso que aquel a quién perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”.
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tu no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los baño con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tu no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza: ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados poruqe ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.” Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?” Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc. 7. 36-50)
Habla básicamente de su preparación para la ulterior resurrección de Jesús.
Disfrutenlo!!!
Un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús entro en la casa y se sentó en la mesa. Entonces una mujer pecadora que vivía en la ciudad, al enterarse de que Jesús estaba comiendo en casa del fariseo, se presentó con un frasco de perfume. Y colocándose detrás de él, se puso a llorar a sus pies y comenzó a bañarlos con sus lágrimas; los secaba con sus cabellos, los cubría de besos y los ungía con perfume.
Al ver esto, el fariseo que lo había invitado pensó: “Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la mujer que lo toca y lo que ella es: ¡una pecadora!” Pero Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte” “Di, maestro”, respondió él. “Un prestamista tenía dos deudores: uno le debía quinientos denarios, el otro cincuenta. Como no tenían con que pagar, perdonó a ambos la deuda. ¿Cuál de los dos lo amará más?” Simón contestó: “Pienso que aquel a quién perdonó más”. Jesús le dijo: “Has juzgado bien”.
Y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tu no derramaste agua sobre mis pies; en cambio, ella los baño con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tu no me besaste; ella, en cambio, desde que entré, no cesó de besar mis pies. Tú no ungiste mi cabeza: ella derramó perfume sobre mis pies. Por eso te digo que sus pecados, sus numerosos pecados, le han sido perdonados poruqe ha demostrado mucho amor. Pero aquel a quien se le perdona poco, demuestra poco amor.” Después dijo a la mujer: “Tus pecados te son perdonados”. Los invitados pensaron: “¿Quién es este hombre, que llega hasta perdonar los pecados?” Pero Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado, vete en paz”. (Lc. 7. 36-50)
¿Y yo? ¿Cómo me vengo preparando para la venida de Jesús? Un Jesús que va a dar su vida por nosotros en menos de dos semanas, a quién no solo le van a doler los clavos en sus manos y en sus pies, sino también la soledad en la oración previa a su pasión, la traición de su amigo, las negaciones de quién prometió seguirlo hasta su muerte, el temor a sufrir semejante sacrificio, la mirada desgarradora de su madre, y el mismísimo abandono de Dios.
¿Cómo estamos actuando en esta cuaresma? ¿Nos animamos a tomar un frasco de perfume, en señal de que algo importante, algo que no sucede todos los días, algo que creemos que nos va a cambiar está por venir? ¿Nos colocamos detrás de Él y nos largamos a llorar, penitentes y concientes de la magnitud de que quién muere y resucita por nosotros es EL que nos salva? Al enterarnos que Jesús viene a nuestro encuentro, ¿qué hacemos? ¿Dudamos? ¿O vamos directamente, con nuestro mejor perfume y demostrando penitencia? ¿Ponemos a prueba a Jesús?
¿Qué actitudes de cada personaje te identifican más a vos? ¿En qué cosas se te sentís la pecadora? ¿En qué cosas Simón?
Es importante ver la actitud que toma Jesús ante la situación que se le presenta. Jesús nos pide que demos lo que tenemos: mientras la pecadora baña sus pies con lágrimas, Simón no puede derramar sobre sus pies agua; mientras ella le besa los pies, Simón ni siquiera recibe a Jesús con un beso; mientras derrama perfume sobre sus pies, Simón no unge su cabeza. No le pide lo mismo a ambos, porque sabe que son distintos y que no pueden darle lo mismo. A cada uno de nosotros, Jesús nos pide lo que podemos darle, ni más, ni menos. Jesús entonces nos demuestra que Él no se fija tanto en nuestros pecados, sino en el amor que manifestamos para que estos sean perdonados.
